¿Porqué la templanza es una fortaleza que te ayuda a volverte mejor líder? Acá te lo cuento. Y si sientes que necesitas trabajar esta cualidad, te dejo algunos tips. Somos muchos(as) los que hemos tenido que aprender a desarrollar templanza mientras lideramos.
Si buscas en internet las habilidades clave para ejercer liderazgo, encontrarás muchas: comunicación asertiva, visión estratégica, capacidad resolutiva, etc. Pero una cualidad que pocas veces está en el top of mind de menciones, es la templanza.
No confundamos la templanza, definida como moderación en los actos, reacciones equilibradas y control de impulsos, con la indolencia, frialdad o indiferencia ante lo que ocurre en tu entorno. Tuve jefes indolentes de los que conservo los peores recuerdos.
La templanza es muestra de autocontrol emocional, sin perder la empatía y la conexión con los demás. Con suficiente templanza, podemos mantenernos en calma, equilibrar nuestras emociones y contener a otras personas, mientras buscamos soluciones y resolvemos las situaciones complejas que se presentan en el camino.
La frase típica que a mí me ayuda a tomar perspectiva ante situaciones difíciles es: afortunadamente, nadie se está muriendo, no somos neurocirujanos. La frase no es válida para médicos 😅, aunque incluso ellos deben aprender a aceptar en paz esas situaciones inevitables.
Personalmente he tenido líderes con mucha templanza y otros que, al contrario, eran sumamente impulsivos o ansiosos. Recuerdo con especial admiración aquellos(as) líderes que lograban mantener la calma ante situaciones potencialmente estresantes. Como yo carecía de esta cualidad, agradecía mucho que alguien me ayudara a tranquilizar mis propias emociones desbordadas.
Hace algunos años, subimos a ambiente productivo un servicio integrado con 6 empresas. 2 de ellas no tenían lista su integración y el servicio comenzó a fallar, mientras que las empresas que habían hecho su tarea estaban funcionando correctamente. Mi líder comenzó a recibir presiones de las altas esferas para hacer rollback total del despliegue, lo que perjudicaba a las empresas cuyas integraciones sí estaban funcionando y, además, ya estábamos trabajando con las 2 empresas restantes para que se subieran al cambio lo antes posible (siguiendo una estrategia straightforward)
Cuento corto: mi líder mantuvo la calma y logró darnos tiempo suficiente para resolver los problemas, evitando perder el tremendo esfuerzo que ya habíamos realizado todos los equipos involucrados (7 empresas). Si hubiese sido más ansioso, podría haber cedido a la presión, haciéndonos perder todo el tiempo y esfuerzo invertido.
La buena noticia para aquellos que tenemos poca templanza por naturaleza, es que sí la podemos desarrollar ¿Cómo?:
Algo que nos va enseñando el paso del tiempo es que todo es pasajero. Tanto los malos momentos como los buenos, todo pasa. Y si bien puede sonar deprimente, desde mi perspectiva es un enfoque liberador. Lo que hoy es un gran problema mañana se resolverá, de un modo u otro.
Para practicar el desapego, recomiendo suspender por un momento la emoción, poniendo en perspectiva la situación ¿Es tan grave lo que está pasando? Quizás parece ser grave por la emoción que me embarga, tal vez estoy imaginando los peores escenarios. ¿Alguien más me puede ayudar a ponderar el verdadero “radio de explosión” o impacto de lo que está ocurriendo? ¿Cuando recuerde esto en unos años más, qué tan importante será? Quizás sólo sea una anécdota o me deje un gran aprendizaje, en cualquiera de los escenarios: esto también pasará 😊
Un libro que siempre recomiendo por la perspectiva que me entregó es: El sutil arte de que te importe un carajo. Su título es provocador y pareciera impulsarnos a que no nos importe nada, pero no es así. Hay mucha sabiduría encapsulada en sus páginas, nos ayuda a discriminar lo que sí debe importarnos de lo que podemos dejar pasar.
Mi primer jefe me dijo un día, al ver que no paraba de reclamar por todo lo que no había salido bien en un proyecto: ¿sabes qué? técnicamente eres buena en lo que haces, peeeroooo te falta templanza. Yo tenía tanta rabia que, en vez de agradecerle el feedback, lo tomé pésimo y le respondí de mala manera. ¿Cómo podía estar pidiéndome templanza si lo único que estaba exigiendo era lo justo: un premio a mi gran esfuerzo?
Porque tenía cero paciencia. Full orientada al logro, quería resultados y los quería ya. Si los frutos de mi esfuerzo no llegaban, me frustraba mucho. Y esto tenía que ver con una gran autoexigencia que fue muy útil para avanzar laboralmente, pero que tenía una gran sombra: la falta de tolerancia ante mis errores y los ajenos.
¿Cómo he logrado desarrollar paciencia? Siendo más amorosa y comprensiva conmigo primero, para luego como un espejo bajar la vara de exigencia con los demás. Eso, y aceptar que otras personas pueden actuar de una forma muy distinta a lo que espero, me ha ayudado a ser más tolerante ante errores, retrasos y obstáculos que son parte natural de la vida. Aunque sigo en progreso, pues no estoy ni remotamente cerca de ser una persona Zen, mi tranquilidad ha aumentado mucho.
Un libro que recomiendo, porque nos ayuda a enfocarnos en el presente y aceptar lo que está fuera de nuestro control, es El Poder del Ahora. Un libro muy útil para quienes lideramos y estamos constantemente sometidos al vaivén de la incertidumbre y los cambios acelerados.
¿Quieres tranquilizar tu mente? Este libro te puede ayudar
¿Cuántas veces te has quejado por las circunstancias que te rodean, por lo que no te resultó por “culpa” de otros, porque otras personas no cooperaban o no hicieron lo que esperabas? En esos momentos estabas en modo víctima. Ese modo en que otras personas parecen tener más poder que tú sobre tu bienestar y tus resultados.
Por el contrario, cuando decides aprender de algo que no salió bien, cuando te preguntas qué puedes hacer diferente la próxima vez, enfocándote sólo en lo que tú puedes controlar sin reclamar por las circunstancias injustas, te has vuelto protagonista de tu historia.
Y este protagonismo es clave, pues antes de liderar a otros debes ser capaz de auto liderarte. Mientras mayor accountability logres, más dueño de tu destino te sentirás. Más protagonista, menos víctima. Y estarás, como bonus track, desarrollando más templanza.
Si quieres ahondar en el concepto de accountability revisa este video de Simon Sinek: You’re the problem, ¡es buenísimo!
Desde mi experiencia personal, te recomiendo cultivar la templanza. El camino del liderazgo está lleno de baches y problemas que resolver, mientras más alto sea el cargo, mayor será complejidad que deberás afrontar.
Por eso, mantener la calma en medio de la tormenta se vuelve una gran fortaleza que te ayuda a resolver situaciones difíciles evitando desgastes innecesarios de energía, manteniendo tu paz mental y ayudando a tu equipo (que siempre esta observando tus reacciones, ojo) a preservar su propia paz y bienestar.
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