Líderes, no superhéroes. O cómo crear una organización que aprende

Liliana Reyes Liliana Reyes

16 diciembre, 2022 | 5 minutos

Imagen de Esteban López Unsplash

De niña me creía Superman (no habían heroínas muy difundidas en mi niñez). Corría por mi casa con una camiseta atada al cuello, brazos extendidos, imaginando que volaba hacia una misión. Había personas a quienes rescatar y por supuesto, me entregaba por completo al personaje. Quería ser un superhéroe. Y aunque la figura del superhéroe es cool para una niña(o) y hasta noble por 'la vocación de servicio', no es ni cool ni gratificante para un líder:

  • Limita el aprendizaje, la generación de capacidades en su equipo de trabajo.

  • Lo mantiene lleno de tareas por hacer, lo que a la larga lo sofoca. 

  • Deja de aprender.

 

¿Cómo llegué a esta conclusión? Con la práctica. Intentando ir a todas y ayudando (o creyendo que lo hacía) a todos 😅. 

  • ¿Eres líder de un equipo de trabajo y sientes que trabajas y trabajas pero no avanzas? 

  • ¿Tu equipo ante problemas acude a ti para que los rescates como siempre? 

  • ¿Tu equipo viene a ti por soluciones y si no estás disponible quedan esperando por tu ayuda? 

  • ¿Sientes que te estancaste porque no tienes tiempo para aprender cosas nuevas? 

Si respondiste “¡Sí!” (y te salió del alma) a alguna de estas preguntas, quizás lideras en modo superhéroe y como yo -sin darte cuenta- estás limitando el crecimiento de tu organización. Este artículo resume, brevemente, lo que aprendí.


Siendo (o intentando ser) un líder superhéroe

Mientras formaba equipos y líderes, hice más de lo que debía hacer. Como decimos en Continuum, tenía “múltiples sombreros”, porque así mismo lo habían hecho otros antes de mí. Era la manera de liderar y crecer en nuestra organización.

Si un líder o miembro de un equipo me necesitaba, allí estaba, incluso antes de que lo pidiera (sí, con los años uno aprende a adelantarse a problemas o te vuelves 'adivina'). Y sin darme cuenta, el resultado era precisamente opuesto al que buscaba:

  • Las personas y equipos dejan de aprender

Cuando tienes a un líder superhéroe en tus filas acudes a él siempre. ¿Para qué salir a buscar las respuestas? Para qué idear nuevas formas de hacer las cosas si el superhéroe seguramente ya pasó por esto, que él nos dé la respuesta. Y los líderes y equipos dejan de buscar nuevas soluciones y encontrar nuevas respuestas. 

  • Las personas y equipos no se empoderan

Cuando alguien los ayuda constantemente, esa ayuda se convierte en una obligación. Luego cuando el líder superhéroe debe acudir al llamado de otros, quienes quedaron sin su ayuda le atribuyen que las cosas se pusieron difíciles porque no estuviste ahí. Por otro lado, los líderes no ejercen su rol en toda su magnitud, lo que incluye tomar decisiones difíciles y hacerse cargo de las consecuencias de esas decisiones. Dado que decidir trae consecuencias, ¡Que esas decisiones las tome el líder superhéroe!

  • El líder superhéroe siente frustración

La lista de pendientes crece y crece, porque cada vez más personas te necesitan. No poder atenderlos a todos genera frustración y no cerrar todo lo que empiezas también. Priorizar y re-priorizar constantemente con la presión de que varios te buscan genera frustración y soledad. No dejas contento a otros, pero principalmente no te dejas contento a ti.

 

Cuando admiras a tu líder lo imitas. Y así, sin darnos cuenta le enseñamos a quienes dependen de nosotros precisamente lo que no es liderar (por favor lee nuevamente esta frase, es más profunda de lo que parece).

 

Ser de verdad un líder

Si no podía ir a todas las pelotas (como en el fútbol), debíamos enseñar a nuestros equipos y sus líderes a correr por ellas. No sería fácil y para ello debes contar con otros líderes que empoderen a otros y los guíen, pero sin generar dependencia.

Me gusta la analogía de los flotadores para bebé, las que en Chile llamamos alitas.

Quienes tenemos niños pequeños, cuando vamos a una piscina les colocamos alitas. Al comienzo, estamos junto a él sosteniéndolo, mientras se familiariza con el agua. Luego, comienzas a soltarlo y alejarte un poco de él. Cuando ya se siente seguro, sales de la piscina, pero te mantienes cerca, por si necesita ayuda. Esa forma de aprender es amable, le hace ganar confianza. Se desenvuelve solo en el agua, pero sabe que si te necesita estarás ahí. Diferente es que te lancen al agua y que no te den contención, tal como muchos aprendieron a nadar.

Ese es el verdadero desafío:  acompañar y contener, pero dejar ser y dar espacio a fallar. 

Como dije en mi artículo anterior, no soy superhéroe y reconocerlo me quita una pesada mochila, ¡puedo pedir ayuda! Ese simple pero difícil ejercicio de soltar, nos permite transmitir a quienes dependen de nosotros que existe una versión muchísimo mas realista del liderazgo. 


“La vulnerabilidad es nuestra mejor medida de coraje”, Brene Brown.

 

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