Estamos en junio y seguimos aún en cuarentena. Son las 18.15 de un lunes y me encuentro a la espera de mi primera paciente del día por teleodontología.
Ella se conecta. Se llama Susana y tiene 40 años. Me comenta angustiada que, al parecer, tiene una infección en un diente. Tiene dolor, inflamación y un mal sabor en la boca. Me dice que necesita ayuda, porque no están atendiendo los dentistas en Andacollo. Por los síntomas y las fotos enviadas, le explico tiene una infección y que puedo recetarle un antibiótico, un analgésico y un antiséptico para ayudar a disminuir el cuadro infeccioso. Sin embargo, debe recurrir a un dentista en forma presencial lo más pronto posible.
Susana entiende la explicación, pero antes de terminar la videollamada con la receta incluida y la solicitud del control, me dice que la farmacia de la comuna es pequeña y no tiene todos los medicamentos. Entonces, le agrego una segunda receta con otro antibiótico alternativo y otro analgésico, por si no tuvieran los fármacos de la primera receta. Terminamos la videollamada y queda citada para un control en cinco días.
Susana nuevamente es mi primera paciente del día. Me saluda súper feliz y me cuenta que disminuyeron los síntomas. Ya no hay dolor ni molestia. Observo por la cámara la disminución de la inflamación. Ella se está tomando los medicamentos y haciendo los enjuagues. Me da especialmente las gracias por el tratamiento indicado y por dejar una alternativa al medicamento, ya que efectivamente la farmacia no contaba con la primera opción del antibiótico.
Me consulta si yo estoy físicamente en Santiago. Le cuento que sí y le pregunto por qué. Me dice que está súper contenta con mi atención y que le gustaría atenderse conmigo. Presencialmente. Por la distancia, le explico que no es posible y me pregunta si puedo recomendarle algún dentista en La Serena. Ella haría el esfuerzo de viajar para allá para una atención presencial. Le comento que no conozco ningún dentista en esa ciudad, que lamento no poder ayudarla en eso. Le explico los siguientes pasos y le indico que le enviaré por el sistema una interconsulta para que pueda ir directamente al dentista especialista para que podamos salvar su molar. Se despide agradecida.
Estamos en agosto. Seguimos en cuarentena y a las 19 hrs. de hoy atiendo a Susana, mi paciente de junio. Se conecta y me dice que tomó esta hora porque quería agradecerme por el tratamiento que le dejé la primera vez y, especialmente, por explicarle lo que tenía y lo que tenía que hacer en los siguientes días.
Fue al dentista dos semanas después de nuestra consulta. Le realizaron los dos tratamientos necesarios (endodóntico y periodontal) y salvaron su molar. Así que solo se comunicaba para dar las gracias por el servicio.
Hace cinco años, mi hermano Inti me planteó que hiciéramos tele odontología. Él es doctor y estaba trabajando en una plataforma de telemedicina con enfoque en los médicos.
Comencé a investigar del tema a nivel nacional e internacional y había muy pocos artículos sobre teleodontología. Los que encontré se centraban en la consulta asincrónica y se enfocaban en su mayoría en las especialidades de patología y radiología oral. Después de darle unas vueltas, decidimos dejarlo para más adelante y ver cómo él avanzaba primero con los médicos.
En abril de 2020, mi hermano volvió a llamarme para trabajar con él. El centro médico donde trabajo media jornada –cuando no estoy en Continuum– está cerrado desde el 20 de marzo, porque nos mandaron a todos para la casa. Su invitación era la misma que hace cinco años: hacer teleodontología.
Acepté.
En ese momento, todo era algo especulativo. Le mandé una lista de los temas que podríamos solucionar a distancia: primera consulta de urgencia (infecciones, traumas), órdenes de radiografías, derivaciones a especialistas, entre otras cosas.
Comencé con una hora diaria (cinco semanales) y a fin de mes ya estaba programando ocho horas a la semana para el mes siguiente por el aumento de la demanda de consultas.
Muchos pacientes me preguntan cómo un dentista puede atender por videoconsulta y también muchos odontólogos comparten esta misma duda.
Pero se puede. Ya llevo cinco meses como teleodontóloga y les puedo contar sobre las atenciones.
Del total de las consultas recibidas, el 30% no requieren derivación y se solucionan por la videollamada. En su mayoría, estas consultas corresponden a dudas de erupción dentaria, molestias después de tratamientos y dudas sobre la urgencia o necesidad de postergar ciertas atenciones cuando se trata de pacientes de riesgo en esta pandemia. La mitad de las consultas requiere un tratamiento farmacológico de manera urgente, donde se realiza la receta, se controla y se deriva a un odontólogo de forma presencial. El 20% restante consulta exclusivamente por bruxismo a los cuales les doy el diagnóstico, les entrego indicaciones y los derivo a un especialista. Nombro esta enfermedad al final, ya que es una de las patologías odontológicas que más ha aumentado en estos meses producto al estrés que nos ha producido esta pandemia.
La pandemia ha acelerado varios procesos, entre ellos, el aumento de la adopción de la telemedicina y, en este caso, de la teleodontología.
Si ahora buscamos el concepto de teleodontología en español o inglés en la web, aparecen tres veces más artículos que hace cinco años, lo que demuestra el avance que ha tenido la adopción de la tecnología y el ‘aporte’ de la pandemia en este ámbito.
La duda que tenemos todos ahora es si van a continuar las teleconsultas de la misma manera cuando termine esta pandemia.
Mi respuesta es sí. Van a continuar, pero en menor medida y se estabilizarán en el tiempo. Sin embargo, el acceso a internet y la implementación de sistemas de telemedicina en centros médicos y dentales permite que un mayor número de personas tengan acceso a teleconsultas. Si consideramos que, antes, la única forma de ver a un dentista era presencial, de todas maneras estamos alcanzando un público mayor hoy.
La teleconsulta nos da una gran oportunidad para llegar a las personas de manera rápida, oportuna y, muchas veces, más económica.
En el caso de la odontología, debemos seguir utilizando esta herramienta. Especialmente, en el área de promoción y prevención en salud oral, ya que podemos educar a nuestros pacientes en higiene, erupción dentaria y muchas otras cosas que permitirían evitar que surjan o se agraven enfermedades dentales. Así, estaremos aportando de manera importante a la salud de nuestros pacientes y, por lo tanto, de la población chilena.
En Continuum, creemos que el foco en el paciente permite que las instituciones identifiquen oportunidades y sean innovadoras de verdad. ¿Tienes un desafío en esa línea? Busquemos soluciones en www.continuumhq.com o escríbenos a hola@continuumhq.com