La definición de estándares, procesos, documentación y mejora continua es relevante para los resultados y la sostenibilidad de los negocios en todas las industrias. Sin embargo, en salud lo es más, porque no cumplir con estas normas pone en riesgo lo más preciado para las personas: su vida.
Años atrás, cuando me hice el primer examen de tolerancia a la glucosa, no entendía por qué la enfermera me pinchaba un dedo y realizaba el test de medición usando tiras reactivas si me iban a sacar sangre un par de veces más. Más adelante lo entendí y de la peor manera. Mi mamá es diabética y tuvo que ir al consultorio por un control. Sin embargo, a ella no le pincharon el dedo previamente. Tomó el cóctel azucarado y, solo cuando se comenzó a desvanecer, quienes la atendieron se dieron cuenta de que no habían seguido el protocolo. Por suerte, una de las enfermeras rápidamente la recostó e inyectó con algo para bajar su azúcar en lugar de “suero”, como mi mamá lo describió.
¿Qué faltó en esa atención? Seguir un protocolo. En este tipo de detalles, está la gran diferencia, pues existen muchísimos otros procedimientos que deben ser inspeccionados para asegurar el cumplimiento de la calidad en el servicio de atención de salud.
Me pasó con mi mamá. Hay otros casos más dramáticos como el sucedido en el tristemente célebre Hospital de Talca en 2005. Ese año, se equivocaron y entregaron dos recién nacidos a familias equivocadas. La verdad se supo recién seis meses después y los niños volvieron con sus respectivos padres, pero con un costo emocional enorme. Algo parecido sucedió en el mismo centro médico en 2017 con otros bebés, en este caso, unos prematuros.
El Ministerio de Salud es el encargado de cumplir y vigilar una serie de aspectos que buscan asegurar la calidad de los procedimientos clínicos, chequear que las instituciones cumplan con el estándar y, así, asegurar los resultados de los servicios prestados a los pacientes. La cartera cuenta con un proceso de acreditación y solo las instituciones que pasan esta fiscalización pueden prestar servicios más complejos como el uso de pabellones y otros.
Generalmente, el proceso se realiza de forma manual, anotando si cumple o no en una pauta de papel. El mecanismo permite cumplir la norma, pero dificulta el objetivo más importante a la hora de medir la calidad: mejorar. No solo porque los errores humanos están a la vuelta de la esquina, sino también porque la cantidad de parámetros dificulta obtener información con sentido para tu trabajo.
Si eres un centro pequeño, quizá el papel aún es tu amigo y siendo ordenado+pillo+habilidoso con Excel y otras herramientas puedes mantener esto decentemente.
Pero imaginemos que ya no eres un centro pequeño, sino varios centros. O, tal vez, eres una institución grande como una clínica o un hospital. Hay muchos espacios, características y ámbitos que revisar. Es entonces cuando el papel deja de ser amistoso y necesitas contar con herramientas que faciliten el trabajo en lugar de complicarlo. Ahí, nace Checkspot, una solución pensada en el profesional encargado del aseguramiento de la calidad que necesita aprovechar mejor su tiempo y enfocarse en lo que viene luego de medir: mejorar continuamente.
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